Después de comer en un restaurante indio (tiene gracia, pero dicen que ningún negocio funciona en Kenya, a menos que lo lleve un indio), donde nos hartamos y bien, llegó el momento de preparase para la boda: mi madre quiere que me corte el pelo, pero yo sigo en medio de una apuesta, así que no lo veía muy claro. Por lo tanto, había que hacer algo con mi peluca. Mientras mis padres y mis hermanos se iban a comprar souvenirs para los amigos y familiares que no han podido venir, yo me fui a la peluquería de la hermana de la novia, donde les pedí que me hicieran trencitas, cual africano. Y así fue. Ojalá pudiera volver a casa así, pero dudo que aguanten, y no me apetece pasarme otras dos horas para que me las hagan de nuevo!
Una vista trasera de cómo ha quedado el asunto... |
Y, como las camisas ya las habíamos conseguido el día anterior en la tienda de la suegra (ya veis que todo ha quedado en familia...), se podría decir que ya estábamos listos. Sólo nos quedaba un pequeño ensayo por la noche para dejarlo todo perfectamente organizado, aunque al final todo sale como tenga que salir.
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