domingo, 3 de abril de 2011

La vuelta

A parte del concierto de Roger Waters, creo que hay una única cosa más digna de ser mencionada en este blog de mi fugaz visita a Catalunya, y es la vuelta a Madrid:

El espectáculo terminó sobre las 12 de la noche, y mi idea era, como tenía tiempo de sobras, bajar andando de Montjuïc, atravesar Barcelona y plantarme en la Estació del Nord, donde debía coger un bus que me llevara al aeropuerto de Girona, pero como era de suponer, mis tíos no me dejaron ir andando y, aunque les esperaban largas horas de coche hasta llegar a Valencia, se ofrecieron a llevarme ellos. Lo acepté encantado y no sé muy bien a qué hora (creo que sobre la una menos cuarto de la madrugada) ya estaba en la estación, donde debías esperar hasta las 3:30, hora en que salía el bus. Me senté por ahí y vi un cartel que decía que a la 1:15 cerrarían la estación, y que no se podía estar por el andén sin billete. Evidentemente, esto me preocupó por 2 motivos: 1) Iba con una vestimenta bastante prima
veral, porque no contaban con que me dejaran en la calle y 2) No había podido comprar billete.
Con este panorama a la vista me dirigí educadamente al segurata, que me informó de que se habilitaría una pequeña sala de espera y que, a las 3:00 abrirían una puerta por la cual se accedía al piso superior, donde podría adquirir mi billete.
Esperé. Me puse a leer Sin noticias de Gurb. Me cansé. Me puse a leer La pricesa prometida. Se me cerraban los ojos, pero no me atrevía a dormirme, por miedo a perder el bus. Salí a dar una vuelta. Volví porque tenía frío. Volví a intentar con ambos libros... Y así hasta las 3.
Entonces subí a la planta superior y llegó el gran susto: no aceptaban pago con targeta, y no llevaba dinero suficiente. No puede ser. Esto hay que avisarlo antes. Le pregunto a un hombre si hay algún cajero en la estación y me responde que sí, pero que está en la zona que "permanecerá cerrada de 01:15 a 5:45", así que tendrás que salir por ahí a ver si encuentras algo. Mierda.
En fin, salí y me encontré a un tío al que estuve a punto de preguntar "oye, donde tengo un cajero, que necesito sacar dinero", pero desistí al imaginarme la respuesta: "ven, por aquí, yo te llevo". Y un vez tuviera el dinero, navajazo y se acabó el cuento. Mejor que pregunte a un taxista. Me dice que no tiene ni idea, que esa no es su zona. Se va. Después de avanzar 100 metros se para, saca la cabeza por la ventana y me grita que en la siguiente esquina hay una oficina de La Caixa. Perfecto. Todavía tengo tiempo, así que se acabó el susto.
Compro el billete me subo al bus y ponemos rumbo al aeropuerto, donde llegamos a las 4:45, más o menos, y donde tengo que esperar hasta las 5:45 para que me dejen subir al avión que me llevará a la capital, y otra media hora para que despegue.

Al final, después de luchar otra vez por mantenerme despierto en el aeropuerto, salí en el avión y llegué a Madrid sobre las 7:30, después de los cuales llegaron los 45 minutos de metro hasta mi residencia, durante los cuales conseguí leer una página de La princesa prometida. Llegado a Moncloa, un desayuno fugaz, un rápido aseo y corriendo a la universidad, que tengo que llegar para el laboratorio, que no me puedo saltar.

Una aventura increíble y espero que irrepetible...

1 comentario:

ERT dijo...

Como te dije, una aventura muy Roig Tió.