lunes, 27 de junio de 2011

Contra todo pronóstico, en este cuento los de Renfe son los buenos

No estoy en Madrid, como sabéis; pero tampoco estoy en Catalunya. Estoy en Pamplona, donde vine el miércoles pasado para hacer de canguro de mi sobrinita.

Como recordaréis (o no, porque lo escribí en catalán), el martes celebramos el 30º aniversario del Aula Musical en Girona, y yo tenía que estar en Pamplona el miércoles por la noche. Esto implicaba varias cosas: no pasarse el martes por la noche; coger un tren de Girona a Barcelona a las 14:17; y, finalmente, coger un tren en Barcelona a las 16:35 (o esto creía yo...).

Evidentemente, el primer paso lo superé sin problemas. A la mañana siguiente me levanté a una hora razonable, desayuné y comprobé que tenía tiempo de sobra para llegar a la estación, ya fuera andando o en bus. Cuando ya recogía las cosas para empezar a andar hacia la estación, una llamada de urgencia provocó que se tuviera que pedir un taxi. Se ofrecieron a bajarme a mi también en taxi y así lo hice. Esperé y esperé, pero el taxi no llegaba. "En 5 minutos está aquí". Seguíamos esperando. Ya no tenía tiempo de bajar andando, pero seguía sin tener prisa, porque en taxi iría rápido. "El taxi tiene que estar a punto de llegar". Empiezo a preocuparme un poco, porque nunca tardan tanto. "Enseguida viene, no se preocupen". Ya no tengo tiempo ni de coger el bus, así que más le vale al taxista darse prisa. Volvemos a llamar. "Lo sentimos, pero ahora mismo no tenemos ningún coche disponible". ¡Tiene cojones la cosa! Después de llamar 3 veces se dignan a decirnos que no hay coches disponibles. ¿Será posible? ¿Y ahora qué hago? Con todo este jaleo ya llevamos más de media hora esperando. Volvemos a llamar. "El primer coche que hemos mandado ha sufrido una avería (¡Vaya! A cada nueva llamada se les saca un poquito más de información...). En seguida les mandamos otro taxi. Llegará en 5 minutos". Ya me conozco esta canción. Miro el reloj. Recuerdo que hay otro tren a las, aproximadamente, 14:45, aunque después llego un poco apurado a Barcelona. Es la única opción y decido esperar el taxi. Error. Nuevamente nos la juegan, pero esta vez lo veía a venir y, cuando veo que no llega, me voy a coger un bus que me baje a la estación.
Unas chicas me dicen que tengo que coger la linea 10, que pasa una vez cada hora. "Ya sería suerte que pasara ahora", me digo. Y después de unas cuantas llamadas, mi prima, que trabaja cerca, me viene a buscar en coche y me lleva al tren. Llego justo para subirme.

Saltemos unas horas y vámonos a mi llegada a Barcelona. Se me ocurre mirar el billete y veo que no he cogido el tren de las 16:35 a Pamplona, sino el de las 15:35. Ahora sí que he metido la pata. Mi hermana me matará, porque esta vez no puedo echarle la culpa a los taxis...

Esto se está alargando mucho. Mañana termino de contar la historia, donde veréis cómo a veces los de Renfe son buenas personas (sólo a veces...).

No hay comentarios: