jueves, 25 de agosto de 2011

Un final ejemplar

Voy a contar algo de los últimos dos días con el Papa en Madrid, los días que pasamos en Cuatro Vientos.

A mí me tocó trabajar en el sector C9, que estaba relativamente cerca del altar (comparado con la mayoría de gente...), pero muy hacia la derecha. Allí teníamos el mismo problema que en todos los sectores: se había calculado mal el espacio, y la gente no cabía. El sector C9, sin embargo, tenía otro inconventiente añadido, y es que era la mitad de grande que el resto de zonas, porque estaba pegado con el sector B7, que era la zona reservada para los minusválidos. Sinceramente, creo que esto no se tuvo en cuenta, y se repartieron las mismas acreditaciones que en todos lados, porque cuando ya no cabía nadie más llegó un grupo de 700 malagueños perfectamente acreditados para instalarse allí. El recurso fue fácil: mover las vallas, con lo que el pasillo central se veía más estrecho por nuestra zona, pero era la única forma.

Voy a saltarme unas cuantas horas para pasar a la noche, cuando tenía que empezar la adoración a la Eucaristía.
Llamaron a varios voluntarios para despejar una salida de emergencia, y allí me fui con unos irlandeses. Cuando ya estaba todo listo y la vía de emergencia despejada, empezó a llover.
Caos. La vía de emergencia se llena otra vez. Gente que se va. Gente que saca sus ropas de abrigo. Gente que se protege con el saco de dormir. Miro a los irlandeses y veo que se quitan el polo de voluntarios. Alucino. Me dicen que haga como ellos, que son de un país donde llueve mucho y que tienen experiencia; lo importante es mantener la ropa seca para cuando deje de llover. Lo que dicen tiene sentido, así que les hago caso. Intentamos contener a la gente que se pone nerviosa...

Pero, ¿qué está haciendo el Papa, mientras pasa todo esto? Nada. Y aquí viene su gran ejemplo. Cuando hablaba con mi amigo (el que estuvo en las manifestaciones contra el tinglado que hemos montado los católicos), una de las cosas que me dijo fue que hay veces en que el Papa no damucho ejemplo, cuando viste con tanto lujo y esas cosas. No supe qué responder, porque a mí también me parece que en algunas ocasiones lo externo es excesivo.
Pues esa noche, Benedicto XVI me dió la respuesta que necesitaba: el Papa sí da ejemplo. Mientras Rouco perdía los papeles ante la situación, los príncipes se desesperaban y más de un obispo se moría de ganas de irse, el Papa se mantuvo en su sitio, empapándose como el que más, pero dando ejemplo a todos los peregrinos. La Eucaristía es algo demasiado importante como para dejarla de lado por un poco de lluvia.

¡Gracias, Benedicto!

Del domingo no voy a hablar. Sólo quiero comentar que la homilía merece ser reflexionada, pero no a través de un blog cutre, sino cada uno por su cuenta, así que ya podéis buscarla y meditarla, que merece mucho la pena.

2 comentarios:

mòmo dijo...

El Papa se empapa. Tiene su gracia.

ERT dijo...

Gracias Nico!