martes, 5 de agosto de 2014

This is goodbye...



(Press "play", then start reading. Dale al "play", y luego sigue leyendo)

Sé que he estado muuuucho tiempo sin escribir, y ahora que lo hago es para decir que esto se acabó. Sí. Y para esta última entrada voy a usar distintos idiomas.

As I listen to Jason Mraz, I have this feeling that something big is over. I'm done with a very important part of my life. I'm not a student anymore, and I will never be again (at least in the same way...). In less than a month I'll start working, and I'm not saying I already miss this student's life, but it's hard to say goodbye to it, to everything I've lived in the last 4 years...

El blog va començar en català, aproximadament un mes després d'haver acabat la selectivitat. I va néixer, sobretot, com una via d'escapament dels meus pensaments. Tenia moltes coses al cap; durant l'últim trimestre del meu últim curs a Bell-lloc, el meu plantejament vital va canviar radicalment, i necessitava un lloc on escriure les coses que passaven pel meu cap, encara que no tinguessin cap mena de relació amb el que realment passava al meu interior. Un InterRail després, m'encaminava a Madrid, on començaria la nova etapa de la meva vida, i el blog aviat va passar a escriure's en castellà.

Recuerdo perfectamente todos y cada uno de los años que he pasado en la UCM. Primero fue un año de tanteo, de encontrar mi sitio en esa gran ciudad, viniendo de un pueblecillo como Girona. Viviendo en un Colegio Mayor donde yo no entendía a la gente y la gente no me entendía a mí, pronto encontré mi sitio entre la gente de la universidad, un ambiente muy diferente al que había vivido hasta entonces. Aunque empezamos saliendo por ahí en un enorme grupo, poco a poco nos fuimos juntando los que compartíamos afición por la música, los locales cutres y la cerveza barata, más que por las fiestas interminables en discotecas demasiado llenas... Académicamente, ni este ni ninguno de los cursos posteriores tienen mucho interés, pero los amigos que hice durante ese primer año, aunque más de uno ha dejado la carrera, siguen siendo las primeras personas a las que llamo cuando vuelvo a Madrid después de una larga (o no tan larga) ausencia, para ir a tomar una cerveza y algún que otro chupito.

Segundo fue, sin lugar a dudas, el mejor año. Me cambiaron a casi todos los compañeros de clase, pero seguí con mi compañero de apuestas, al que ya conoceréis si habéis estado siguiendo este blog con asiduidad. El destino y mi apellido hicieron que me juntara con dos de las chicas más inteligentes y trabajadoras del curso, con lo que una vez más, el aspecto académico pasó a ser poco importante. Yo ofrecía sonrisas y buen humor a cambio de su disposición de ayudarme cuando lo necesitara. No es mal trato, ¿no?
Supermiércoles. No haré más comentarios al respecto.
Ese año también fue mi primer año en un piso de estudiantes, con un chino de Navarra y un escocés de Murcia. Aunque el piso no era el mejor del mundo, las fiestas que llegamos a hacer allí lo convirtieron en uno de los mejores de la zona, no lo dudo. Recuerdo (y creo que toda la promoción lo recuerda) ese "supermiércoles", que empezó con un desayuno en el 100 Montaditos y terminó con Olga dando vueltas en el circular ella sola hasta que le cerraron el metro, para luego dar vueltas en el búho. Los vídeos de ese día permanecerán para siempre en nuestros corazones y en nuestros móviles. Dudo que jamás vuelva a reírme tanto en un solo día...

Y llegó tercero. El grupo de amigos que había hecho el año anterior siguió en mi misma clase, pero los de primero se iban quedando por el camino, y entre esto y que ha sido el curso más duro, no hay mucho que sea digno de mención, aparte de que me convertí en un as del ajedrez gracias a las clases de Analítica con Alvarito.

De lo poco digno de mención de tercero. Me dejé teñir el pelo de naranja.
La verdad es que tonterías hemos hecho para aburrir...
(Hago un pequeño paréntesis para decir que futbolísticamente fue el año que más disfruté, entrenando a una generación de chavales que conseguirán grandes cosas. Sin embargo, no estoy hablando de fútbol en esta entrada porque esto todavía no ha acabado...).

And, finally, the Erasmus, which should be divided in two semestres. During the first semestre I met a lot of people which I will forget as soon as I start the next period of my life. This is something that happens on a experience like this one, when most of the people you meet are happy faces in the door of a club at 6am on a Tuesday...
However, I also met very special people like my flatmates or the guys living next to my room (¡mención especial para Marcos, que al final se ha quedado sin su entrada sobre Bratislava y sé que es de mis seguidores más fieles!). The best days were probably when my friends from Catalunya came and we organised a concert with an awesome band from Wroclaw. But everything I did during that first semester had no meaning, and when I came home on Christmas, I didn't want to go back.

During the second semester, however, I started to go daily to a church next to my dormitory, where there was a youth group, Wawrzyny, which helped me do useful things. I also joined a theatre group, The Shakespeare Society, with whom I laughed at least twice a week. I started working in a Spanish academy, El Sueño, where I could feel that I was not wasting my time in Poland. The last month, although it was the busiest, because I had to prepare my final thesis and study for an exam from Spain, it was also the best. Something beautiful started, and I thought it would last forever. Everything seemed so easy, but once again, it's time to say goodbye to yesterday and, as usual, Jason Mraz puts words to my thoughts...

Having fun on Erasmus with my people...

...having fun with my roommates...

...having fun with The Shakespeare Society.
As you can see, Erasmus is basically about having fun!
Me fui a Madrid. Empecé el curso de Jana Producciones, como el año pasado, y me sentía en una nube. Durante la segunda semana de curso mis compañeros y profesores empezaron a notarme raro, y es que ya se ve que no soy muy bueno escondiendo mis emociones. Fue una semana muy mala, la verdad. Probablemente ha sido a lo que más me ha costado decir adiós, pero Jana me ayudó a meter la cabeza en algo que me gusta, y eso hice. Me metí en cuerpo y alma. Me comí críticas y broncas con una sonrisa y con ganas de aprender y mejorar. Y lo hice (o eso quiero creer). Ahora me duele que se haya acabado el curso. Quiero que llegue septiembre para hacer cosas con Jana otra vez, y este mes de agosto se me va a hacer muy largo...

El blog va començar en català, i en català acabarà. Quan vaig començar el blog, com ja he dit, va ser just després d'un canvi important en la meva vida. I de la mateixa manera acaba. Ja no sóc estudiant. Durant aquests quatre anys he fet molts amics, i sé que a la majoria deixaré de veure'ls (perquè això ja ho he viscut amb els amics del col·legi) i, com diu Jason Mraz, és difícil dir adéu a l'ahir, però també és necessari. Aprendré de tot el que he viscut i seguiré creixent.

Pues lo dicho. Esto se ha acabado.
Moltes gràcies per haver aguantat les meves parrafades!

sábado, 17 de mayo de 2014

Llevando Catalunya a Wrocław

Sigo con la vuelta a Wrocław después de Semana Santa.

Al ir a casa, llené la maleta de ropa de invierno que suponía que ya no iba a necesitar, de tal forma que al volver a Polonia tendría una maleta prácticamente vacía, donde podría meter, además de las fresas para la familia de Mikołaj, algunos otros productos de mi querida tierra: panceta (sí, no es especialmente típico de Catalunya, pero sobró de una barbacoa que hicimos en casa y me la llevé), butifarra (blanca y negra) y calçots. Marcos, un amigo madrileño del que ya he hablado en alguna otra ocasión, me había dicho que sabía preparar la salsa romesco, así que quedamos en que haríamos una calçotada a mi vuelta. Y la hicimos.

Tuvimos algunos problemas, porque para preparar los calçots se necesita llama, y la barbacoa que tenemos es casi de juguete, con lo que a duras penas se consiguen algunas brasas, y mucho menos un buen fuego. Además, como el tiempo no era el mejor, no pudimos ir al parque a montar la barbacoa, sino que nos instalamos en uno de los pequeños balcones que tenemos en cada habitación. Sin embargo, el resultado final fue espectacular, y la compañía, aunque escasa, era la mejor: Marcos, madrileño; Xabi, vasco, y Tobias, alemán. Os dejo con algunas fotos, ya que no hay mucho más que contar sobre el tema.

Como podéis ver, hacer calçots en una
barbacoa así tiene mérito
No tardamos nada en sacar las primeras cervezas...


Tobias, un alemán que no tiene problemas en adaptarse a otras culturas
Y Marcos, nuestro cocinero particular
Xabi, a mi derecha, y Marcos, a mi izquierda,
parecían catalanes por momentos...
Y ya

miércoles, 14 de mayo de 2014

Acabo de alucinar

Perdonadme una breve interrupción en la línea temporal que está prevista seguir en este blog para contar lo que acabo de vivir. En un par de días sigo con mis aventuras de después de Semana Santa en orden cronológico.

Hace un rato he abandonado un conciertazo como pocos, y en uno de los sitios donde menos lo esperaba: en la iglesia. Como otros días, he ido a Misa a las 19 a la parroquia donde van la mayoría de estudiantes de la zona, una parroquia pequeña y acogedora, repleta de juventud y alegría. Al llegar ya he visto que en la parte trasera (es decir, la más lejana al altar) había montado un tinglado, con batería, amplificadores y mesa de mezclas bastante importante. En ninguno momento se me ocurrió que al acabar la Misa, a eso de las 20, unos músicos profesionales nos brindarían un concierto de jazz de lo más espectacular. La banda (chicos jóvenes que se dedican a esto, pero muchos de los cuales no han tocado juntos más que ayer en el ensayo...) me recordaba, salvando mucho las distancias, a Pink Martini: bajo, batería, guitarra, teclado, trompeta y dos cantantes, cada cual mejor que el anterior.
La cosa ha empezado de la siguiente manera: el sacerdote, antes de salir hacia la sacristía, ha colocado la custodia encima del altar, la gente se ha puesto de rodillas y los músicos han empezado a tocar un tema tranquilito. Por las pocas palabras que sé de polaco (la mayoría de las cuales corresponden al vocabulario eclesiástico) y por la situación en la que nos encontrábamos, he supuesto que la letra era dedicada a Dios. Al acabar la primera canción, ha habido una pequeña oración y la mayoría de la gente se ha puesto en pie y se ha dirigido al pasillo central, donde han disfrutado de la segunda canción moviendo el cuerpo al ritmo de la música, mientras seguían con la vista fija al altar. La tercera canción ya ha sido bastante más animada, y la gente ha empezado a dar palmas y a levantar las manos en un acto de adoración. Entre canción y canción había cortas oraciones (sin que la música dejara de acompañar, aunque a un nivel más bajo), e iban alternando un par de canciones tranquilas con un par de animadas.
Poco a poco la gente se iba soltando, y empezaban a dar saltos, a dar palmas más fuertes, a cantar cuando conocían la letra... Realmente me sentía en un concierto, con la única diferencia de que nadie estaba prestando atención a los músicos! Todo el mundo (incluso los propios músicos quienes, repito, eran muy buenos) tenía claro quién era el protagonista: Jesús. La banda la teníamos detrás, y nadie se giraba a verles tocar. Todos teníamos la vista fija al pequeño trozo de pan que descansaba encima del altar.

Después de una hora así, sin que la gente se sentara, el concierto ha acabado con un rock'n'roll que ha acabado de volver loco al personal. El bajista, que parecía un poco el que lideraba a los músicos, ha dicho unas palabras, hemos aplaudido... y la mayoría de personas nos hemos puesto de rodillas, para seguir rezando. Llevábamos algo más de dos horas en esa iglesia, pero no importaba. Había alguien mucho más importante.

Después de esta maravilla, sólo puedo sentir lástima por la mayoría de parroquias de mi tierra, donde los cantantes suelen estar más cerca de los 100 años que de los 30. Y, con todos mis respetos a toda esa gente mayor tan devota, para los jóvenes se hace difícil vivirlo igual. Necesitamos una renovación ya...

viernes, 9 de mayo de 2014

Lunes de Pascua polaco

Sí, ya sé que el lunes de Pascua pasó hace tiempo, pero yo os quiero contar ahora lo que hice ese día.

Aquí en Polonia suelo ir a Misa a una iglesia muy cercana a mi residencia que a todas horas está llena de estudiantes. Los fieles de esa parroquia, al verme tan a menudo con mi Misal, con cara de no entender mucho el idioma, se me fueron acercando para ofrecerme su ayuda, o simplemente para presentarse y curiosear sobre por qué un español va a Misa casi todos los días si no entiende lo que dice el sacerdote. Uno de los que más me han ayudado ha sido un chaval un poco mayor que yo que se llama Mikołaj (curiosamente, igual que yo). Este chico me ha llevado a jugar a fútbol, se ha ofrecido a traducirme los sermones del sacerdote más de una vez, me compró una Biblia en español y, justo antes de que me fuera a pasar la Semana Santa en casa, me invitó a conocer a su familia a la vuelta.
El domingo de Resurrección, cuando llegué a Polonia, llamé a Mikołaj, quien me dijo que el lunes irían todos los hermanos a comer a casa de sus abuelos, y que estaba más que invitado a unirme al festín. Como buen catalán, no dije que no a una comida gratis (que se auguraba abundante, además...).

El lunes preparé unas fresas del Maresme que me había traído conmigo para dárselas la familia y me encaminé a casa de mi amigo. Cuando llegué, Mikołaj no estaba allí. Tampoco sus padres ni ninguno de sus hermanos. Llegaba tarde, así que empecé a preocuparme, pensando que tal vez se habían ido sin mí. Al poco llegó una chica, que me miraba y me sonreía. Con un inglés bastante rudimentario me dijo que era Melania, la hermana pequeña, y me preguntó si era el amigo de Mikołaj. Le dije que sí, y vi que un poco más atrás llegaban sus padres, Grzegorz y Beata, a los que ya había conocido anteriormente. Todo arreglado. Al poco rato llegaron también Mikołaj y Witek, su hermano mayor, que está estudiando en Escocia, y llegó el momento de partir. Todos querían ir andando, pero intuyendo que al acabar la comida la gente querría ir en coche, a Mikołaj y a mí nos tocó conducir hasta allí, con lo que llegamos bastante antes que el resto de la familia y pasamos unos divertidos momentos con Jacek, el abuelo, que sólo habla polaco y parece un poco ido, y con Krystyna, la abuela, que nos sorprendió a los dos cuando dijo que entendía el inglés.

Esta es la pinta que presentaba la mesa cuando llegué.
Siento no tener también una foto con los comensales...
La mesa estaba puesta, y todo tenía una pinta excelente. Llegó casi el resto de la familia, con Zuzanna, otra hermana a la que todavía no conocía y solo faltaba Helena, la segunda de los hermanos, a la que ya había conocido en la iglesia, que dijo que llegaría más tarde con su novio, cuyo nombre no recuerdo, así que nos sentamos a comer sin ella.. Empezamos con una sopa de tomate excepcional, con arroz y otras cosas dentro. Eso se acabó rápido, y pasamos a los segundos: ensalada normal, ensalada griega, kasza (un cereal que me recordó al arroz, porque si lo comes solo no sabe a nada, y en Polonia lo usan como acompañamiento de todo), una especie de puré de patatas y, como plato fuerte, carne de pato con un relleno que no sé explicar (porque no entiendo mucho de cocina), pero era algo parecido a la pilota al forn que prepara mi padre, y para acompañar la carne, borówki, una salsa de arándanos rojos muy típica de los países de esta zona. Había otra ensalada, a base de frutas y queso, que no me quedó claro si formaba parte del segundo plato o del postre. En cualquier caso, estaba tremendamente buena.
Después de repetir de carne y ensalada, cuando parecía que no podíamos comer más, llegó el postre: diferentes galletas, frutas, pastas y dos tipo de mazurek, un pastel típico de Polonia, que comen dos veces al año: en Pascua y en Navidad. Por supuesto, nada de todo eso era comprado, sino que Krystyna lo había cocinado todo con mucho amor y dedicación.

Por si todo esto fuera poco, cuando me despedí de los abuelos me pusieron carne, ensalada, mazurek y un poco de pan en un tupper, para que tuviera comida para un par de días más...

Y así fue mi primer segundo plato. Luego le siguieron otros parecidos...

lunes, 28 de abril de 2014

-Sin Título-

No sé qué escribir. La semana pasada fue espectacular. Ésta pinta que va por el mismo camino. La siguiente puede ser incluso mejor. Pero me falta algo. Noto un vacío dentro de mí, que no se llena por más aventuras que viva, por más gente extraordinaria que conozca. Por alguna extraña razón, cada vez que siento que por fin me estoy encontrando a mí mismo, que estoy respondiendo a mi eterna pregunta, Who Am I?, cada vez que me siento lleno... me pego el tortazo padre. No lo veo venir, voy con el lirio en la mano, con una inocencia que no es propia de una persona de mi edad, y las consecuencias suelen ser desastrosas para mi estado de ánimo.

No sé muy bien qué estoy intentando decir. Mi cabeza va a mil ahora mismo, y soy un mar de dudas... Sólo sé que quería escribir, y compartir con vosotros esta maravillosa canción: "This is a tricky situation, I've only got myself to blame..."


domingo, 13 de abril de 2014

El poder de una sonrisa

Cada vez escribo menos, lo reconozco. Y no es por falta de material. Cada vez le estoy cogiendo más gusto a vivir aquí, y voy encontrando más y más actividades en las que emplear mi tiempo, que me hacen sentir un poco menos culpable por estar de "vacaciones" a costa de los impuestos de todos los españoles. Tampoco es por falta de tiempo, pues aunque, como digo, ahora hago bastantes más actividades que en el primer cuatrimestre, me sigue sobrando mucho tiempo a lo largo del día. Supongo que es sencillamente por falta de motivación. En un par de meses hará 4 años que empecé el blog, y creo que con el tiempo esto terminará muriendo... Sin embargo, de esto no es de lo que quería hablar hoy.

Una de las cosas que más me cuestan en mi vida en Polonia, es lidiar con la frialdad de la gente. A pesar de lo que pueda decir la gente (y de lo que se pueda extrapolar por mis escritos en el blog), yo me considero una persona alegre, amigable, con una sonrisa permanente en los labios (vale, aquí me he pasado...), y aquí en Polonia la gente parece que siempre esté enfadada. Vas a recepción, y con la mayor de tus sonrisas dices dzień dobry (que significa "buenos días") y por la cara que te ponen parece que les acabas de desear la muerte de todos sus familiares. Algo parecido pasa en los bares, en el supermercado, en las tiendas o en la calle. Cedes el asiento a una persona mayor en el bus o mantienes la puerta de la cafetería abierta para que entre alguien antes que tú, y no sólo no te dan las gracias. No. Ni siquiera se limitan a mirarte y esbozar una sonrisa. Nada. Parece que sus corazones sean de piedra, y que no sean capaces de transmitir ningún sentimiento a sus facciones.
Sin embargo, no todos los polacos son así. También los hay que se esfuerzan en ser más simpáticos, que ven que eres extranjero y te sonríen al ver el esfuerzo que haces por chapurrear un idioma que ellos mismos no son capaces de dominar hasta que alcanzan los 16 años; que te ven perdido en una tienda y se ofrecen a ayudarte a encontrar lo que necesitas sin necesidad de que se lo pidas; que te observan día tras día en la iglesia haciendo esfuerzos sobrehumanos por no dormirte durante los largos sermones de un cura que tiene medio pie en la otra vida y a la semana siguiente se sientan a tu lado y te intentan traducir las palabras del sacerdote, para que puedas aprovechar bien esos interesantes discursos...
Hoy, mientras volvía de la iglesia, he adelantado a una pareja de señoras que podrían haber sido mi madre y mi abuela por la edad que aparentaban. "¿Cómo estás?", he escuchado. No he podido evitar volverme, sonriendo. La mujer más joven me dice algo así como "yo he trabajando dos años a España". El resto del camino lo he hecho con ellas, hablando medio en español, medio en inglés (durante los cuales la mujer joven me ha dicho "mi corazón, tú español", queriendo decir que algo en su interior le ha dicho que soy español), sin que la señora mayor se enterara absolutamente de nada. Pero sonreía. Cuando nos hemos despedido, la mujer mayor ha caído en que no habíamos dicho cómo nos llamábamos, así que he preguntado y yo, aprovechando el poco polaco que sé, le he contestado "mam na imię Nico", y le he ofrecido la mano (porque aquí lo de los dos besos no se lleva...), que la mujer ha estrechado entre las suyas con una felicidad en la cara que daba gusto de ver. Es un pequeño detalle, que seguramente no significa nada para muchos, pero que a mí me da ánimos para seguir aquí, un país tan cercano al nuestro, y sin embargo tan diferente...


¿Es tan difícil sonreír? ¿No sería mucho más fácil todo si fuéramos más simpáticos y menos desconfiados? En fin, espero ir contando más cosas de la buena gente que he conocido aquí en Polonia en estas últimas semanas, que están siendo las mejores desde que llegué.

domingo, 30 de marzo de 2014

Partido en un patatal con un detalle bonito

Ayer, sábado, fui con un vasco, un gallego, un madrileño, un australiano y un croata a jugar un partidillo de fútbol contra unos polacos. El sábado de la semana pasada ya fuimos, y aunque el campo estaba muy lejos y era de los peores en los que he jugado, aunque dijimos que no volveríamos a ir, ayer volvimos.
Cuando llegamos al campo (acompañados de tres polacos), vimos que había un grupo de polacos haciendo una pachanga, así que les propusimos un partido. 9 vs 9, con porterías de fútbol 7, con las dimensiones del campo señaladas con mochilas, sin tacos y en césped "natural". Como era de esperar, desastre total. Los polacos por lo general juegan bastante mal, pero el simple hecho de llevar tacos y no resbalar en cada carrera, ya da mucha ventaja. Además, empecé a calentarme porque uno de los autóctonos de nuestro equipo jugaba sin ganas, con las manos en los bolsillos de su horrendo bañador, y así no se puede. Puedes jugar mejor o peor, pero si no tienes ganas, quédate en casa. No vengas a molestar, por favor.


Cuando el rival consideró que ya habíamos tenido suficiente, la mayoría se fueron, y llegaron un macarra y su hermano pequeño, de 13 años, para juntarse con nosotros. Montamos una nueva pachanga: 6 vs 5, polacos vs international, y la cosa mejoró un poco. El macarra y su hermanito jugaban muy bien, aunque eran un poco pipas, que dicen en Altamira (no sé si en el resto de Madrid también, pero yo sólo lo he oído allí...). En uno de los parones porque el balón se había ido lejos, el macarra me preguntó por mi camiseta. Le dije que era de Osasuna, un equipo pequeño pero aguerrido del norte de España, y me dijo que lo conocía y le gustaba mucho, cosa que me sorprendió. Un par de goles más y el macarra decidió que se iba a casa, dejando allí a su hermano. Seguimos jugando y en unos 5 minutos aparece el macarra otra vez en su BMW, se baja y se me acerca con dos camisetas del Śląsk Wrocław en la mano. Dijo algo en polaco, que entendí como "esto es un regalo". Se lo agradecí, le di un abrazo, dejé las camisetas al lado de la portería y me volvía a poner a jugar, cuando Marko, el croata, que estaba de portero, me dice "creo que deberías darle tu camiseta...". Miré hacia el BMW, y vi que el macarra estaba esperando, que no se iba. Me dolió, pero me quité la camiseta de Osasuna, me puse la del Śląsk y me acerqué a mi "amigo". Le pregunté si la quería, y me dijo que sí, así que se la regalé, y le di la mano y un buen abrazo, como los profesionales al acabar los partidos (los de verdad, no los de Barça y Madrid...). Y cuando ya volvía al partido me dice: "Will you remember me?". Después de quedarme bloqueado un momento por un comentario tan romántico en un momento tan poco apropiado le respondí algo así como "por supuesto, pero... ¿cómo te llamas?". "Kamil", respondió. Pues aquí queda la anécdota y el nombre. Para que nunca se me olvide.

miércoles, 19 de marzo de 2014

¿Día del padre?

19 de marzo, solemnidad de san José. Día del padre. ¿Día del padre? Que yo recuerde, nunca hemos celebrado esta fiesta como "día del padre" en mi casa. Creo que nos han educado lo suficientemente bien como para saber lo que debemos, y por eso todos los días agradezco los padres que tengo, y no sólo cuando me lo dice el Corte Inglés...
Así pues, no voy a hablar de mi padre, sino de mi familia en general. (Dadle al play y seguid leyendo, que no hay vídeo, sólo música).


Para aquellos que no lo sepan, soy el pequeño de 6 hermanos. Mi hermana mayor estuvo trabajando durante un tiempo en la Universidad de Piura, en Perú; el siguiente ha vivido 5 años en Jerusalén y otros dos en el Líbano; la otra chica estudió un máster en Estados Unidos; Marc se casó en Kenya con una autóctona y quién sabe si algún día se irá a vivir allí; por último, el que me precede acaba de presentar su proyecto de fin de carrera en Japón. Con una familia así, es obvio que me fui de Erasmus a Polonia sin ningún miedo. ¡Llevo la aventura en la sangre! Además, ya llevaba tres años viviendo en Madrid, lejos de mis padres, así que aunque esta vez me iba bastante más lejos, la experiencia no era del todo nueva para mí. Hasta Navidad aguanté más o menos bien, aunque al volver ya empecé a ver que no sería capaz de aguantar mucho más tiempo en Polonia, así que en febrero me puse a viajar: Londres, Edimburgo, Madrid y Pamplona. Y se acabó el dinero. Ahora estoy atrapado en este país, y poco a poco se acerca la Semana Santa.

Mi primera idea para esas fiestas era volar a España e irme con la gente del Club Altamira a algún torneo de fútbol, pero mi economía y el deseo de hacer el Curso Intensivo de Interpretación de Jana Producciones en julio me hicieron modificar mis planes. Había que quedarse en Wroclaw. Y entonces, cual hijo pródigo, me di cuenta del tesoro que tengo en Catalunya. Aunque después de haber estado viviendo la Semana Santa en sitios como Granada, Fátima o Roma, un pueblo como Sant Pol se queda pequeño y soso, no me vi capaz de quedarme aquí, con todos los oficios en polaco, sin entender una palabra de los sermones, sin procesiones... Ni hablar. ¡Me voy a casa! Además, creo que todo aventurero necesita regresar al hogar de tiempo en tiempo, y por eso, aunque mi familia parece estar desperdigada por todos los rincones del mundo, siempre encontramos algún momento para coincidir todos, ya sea allí, en Israel, en Kenya o quién sabe dónde...

lunes, 10 de marzo de 2014

Uno de esos días...

Hoy es uno de esos días. Ahora hacia ya un par de semanas que no me sentía así, pero desde que volví de las vacaciones de Navidad tengo días malos, en los que me gustaría mandar Polonia y el Erasmus a tomar viento y volver a casa. Volver a Madrid. Hoy es uno de esos días.

No es por nada en especial. Sencillamente tengo mucho tiempo libre, y pienso en qué hago aquí... y no soy capaz de responderme. Ahora he empezado a trabajar dando clases de español a pequeños grupos de polacos, y esas clases me animan muchísimo, pero no duran eternamente. Esta mañana he tenido una de las mejores clases hasta el momento. Saliendo de allí podía comerme el mundo. Pero llegas a la residencia otra vez. Te pones con el proyecto otra vez, un proyecto que no te entusiasma, y del que no entiendes prácticamente nada. No sabes qué estás haciendo exactamente, y para colmo los resultados que obtienes no concuerdan con lo que observas. Y te hundes, buscas refugio en otras cosas, que tampoco terminan de salir bien. Acudes a los amigos, y parece que no responden. A los padres... y su recomendación es que escribas una entrada optimista en el blog. Pues aquí va. Dejaré que sea la música, mi más mejor amiga como diría el bueno de Forrest Gump, quien me ayude a decir lo que quiero:



Ésto es una mezcla de mis dos canciones preferidas de Matilda: When I Grow Up y Naughty. En ésta última, Matilda dice (entre otras) estas sabias palabras:

"In the slip of a bolt, there's a tiny revolt.
The seeds of a war in the creak of a floorboard.
A storm can begin, with the flap of a wing.
The tiniest mite packs the mightiest sting!
Every day, starts with the tick of a clock.
All escapes, starts with the click of a lock!
If you're stuck in your story and want to get out
You don't have to cry, you don't have to shout!

'Cause if you're little you can do a lot, you
Mustn't let a little thing like, 'little' stop you
If you sit around and let them get on top, you
Won't change a thing!

Just because you find that life's not fair, it
Doesn't mean that you just have to grin and bear it!
If you always take it on the chin and wear it
You might as well be saying
You think that it's OK.
And that's not right!
And if it's not right!
You have to put it right!

But nobody else it gonna put it right for me!
Nobody but me is going to change my story!
Sometimes you have to be a little bit naughty!"

Para los que no hablen inglés, lo que viene a decir es que toda gran acción empieza con cosas pequeñas, y que tú eres quien decide qué pequeña acción vas a hacer para cambiar lo que ves que no está bien. Si simplemente te dedicas a llorar, gritar, patalear... no cambiarás nada.
Así que se acabó. Mis padres tienen razón. Ésta es mi vida, y voy a ser yo quien, pasito a pasito, marque el camino que seguirá. Nadie lo hará por mí.

martes, 4 de marzo de 2014

El ejemplo de Ucrania

Hace varios meses, antes de las vacaciones de Navidad, una chica de Georgia me informó de que la gente en Ucrania estaba saliendo a las calles, que llevaban días protestando sin importarles la nieve y el frío, y que era lamentable que en países como España no llegaran estas noticias. Pregunté un poco a familiares y amigos y efectivamente nadie tenía muy claro qué estaba pasando.

A día de hoy, creo que ya está todo el mundo informado, y cada vez hay más vídeos de gente que cuenta cómo ve el conflicto desde dentro. No me refiero a periodistas ni políticos, sino a ciudadanos corrientes, a los que están sufriendo en las calles. Hoy he visto en Facebook el vídeo de una chica que os dejaré a continuación, y que me ha hecho pensar en España. Está claro que ellos tienen muchos más problemas que nosotros, pero "we want to be free from the politicians, who work only for themselves; who are ready to shoot, to beat, to injure people just for saving their money, just for saving their houses, just for saving their power". ¿Acaso esto no es lo mismo que pasa en nuestro país y en tantos otros? Si subes el precio de las universidades y conviertes el estudiar en algo elitista, algo para ricos, mientras te llenas los bolsillos con el dinero de los ciudadanos, ¿qué van a hacer los estudiantes? No puedes hacer nada más que salir a la calle y quejarse. Protestar. Hacerse oír. Ojo...


domingo, 2 de marzo de 2014

Noche con alemanes

Esta semana he tenido en mi "piso" a 3 alemanes, amigos de mi compañero Tobias. Entre que he estado enfermo y que tenía otras cosas que hacer, no había salido nada con ellos. Pero ayer uno me comentó que era su cumpleaños, así que a eso de las 20:30 nos fuimos los 5 a tomar unas cervezas. Empezamos en el Bierhalle, un bar bávaro en el centro de Wroclaw, con cerveza artesanal muy buena (y no muy barata, por ser Polonia). Axel, el alemán que cumplía años, me contó que en Alemania es típico invitar a una ronda cuando es tu aniversario, así que pidió un barril de 5 litros de cerveza que nos tomamos mientras hablábamos de política y matemáticas. Otro de los invitados se pidió aparte un chupito de tequila, que le costó 12zl (unos 3€). Yo, como buen amante del tequila, le dije que conocía un garito donde por ese precio tenías 4 chupitos. No hizo falta decir nada más para ir allí en cuanto terminamos el barril.

Llegamos al sitio en cuestión y Anthony (el que había pedido el tequila en el otro sitio) pidió 4 (porque Axel no quería). Como eso se acaba muy rápido y en ese garito no hay nada que hacer, Anthony pidió otros 4 y una cerveza para Axel. Allí me acerqué a Tobias, porque empezaba a sentirme incómodo por no hacer ni siquiera el amago de pagar mi parte, y le pregunté si debía invitar yo a esa ronda. Me dijo que no me preocupara, que Anthony se sentía feliz porque el tequila era baratísimo, y me informó de que sus 3 amigos tenían muy buenos trabajos en Alemania y ganaban un dinero importante. En ese momento vi claramente por dónde iría la noche...

Después de otras dos rondas de chupitos pagados por Anthony, decidimos cambiar de local, y fuimos a la antigua prisión de Wroclaw, donde hay un bar muy interesante que todavía no tenía localizado. Allí fue Tobias el que invitó a cervezas para todos (medio litro, que es la medida estándar en Polonia...), y Axel pidió algo que había visto en la carta el día anterior y le hizo gracia pero no se había atrevido a probar. Resultó que eran cuatro chupitos de vodka con limón y vainilla. Como Anthony ya estaba roncando en un sofá, nos tomamos los chupitos los otros 4. Mientras dábamos cuenta de nuestras cervezas, nos pusimos a jugar al futbolín (¿sabíais que es gratuito en casi todas partes menos en España? Yo no...). Cuando se nos acabó la cerveza alguien fue a por otras 4 y otra ronda de esos chupitos, que nos gustaron muchísimo.

A eso de las 3 decidimos despertar a Anthony para irnos de allí, y los alemanes decidieron que era el momento de ir a un strip-club, momento que yo aproveché para decir que me iba a casa, que no podía más. Axel me dijo que si el problema era el dinero, él me pagaba la entrada y las cervezas, pero le dije que no. Que no quería ir y que me iba a casa. Nos despedimos y me fui a dormir.

Al final fueron 2 litros de cerveza, 4 chupitos de tequila y 2 de vodka con limón y vainilla sin gastarme un duro. En España diréis lo que queráis de los alemanes, pero a mí me están cayendo muy bien los que voy conociendo...

jueves, 20 de febrero de 2014

UK (parte 2): Edinburgh y mi antiguo compañero

Tras varias horas en coche, durante las cuales tuvimos tiempo de dormir, escuchar buena música, escuchar mala música y jugar a algún que otro juego con nuestro conductor, llegamos a Edinburgh el jueves por la noche. Ya había hablado con Allan, y habíamos quedado en que primero subiríamos a su residencia a cenar un poco, para después bajar al centro a por unas cervezas (que al final se convirtieron en algo más...). En Madrid viví durante año y medio con este murciano-escocés, y ahora llevaba 8 meses sin verle, así que ese reencuentro había que celebrarlo apropiadamente. Después de mandarle una foto a Sijia (nuestro otro compañero de piso en Madrid) y de ponernos al día, bajamos a un bar donde había una fiesta un poco turbia montada (no hay que olvidar que era la víspera de San Valentín...): la gente iba disfrazada como de griegos, con sus túnicas y sus sandalias (lo cual no termino de ver qué tiene que ver con San Valentín, pero en fin...). Un ratillo jugando a las cartas y bebiendo, hasta que subimos a dormir, no muy tarde, porque la paliza con el coche había sido potente. Una cosa interesante de la residencia de Allan: allí comparten baño y cocina 4 habitaciones individuales MUY PEQUEÑAS. Bien. Esa noche no tuvimos muchos problemas, porque uno de otra habitación no dormía en casa y le dejó las llaves a Allan, así que él se fue a la habitación del amigo, Laura y Christina durmieron en la cama y yo en el suelo.
El viernes bajamos a comer a un restaurante que me había recomendado Allan (él tenía cosas que hacer en la uni...), y salimos muy satisfechos y exageradamente lleno. El restaurante es un antiguo banco, y está en una calle bastante pija de la ciudad, con lo cual si nadie te dice nada, no entras allí. Pero tienen hamburguesas (muuuuy generosas) + aros de cebolla + patatas fritas + pinta de cerveza por 6 libras. Como todavía no éramos expertos en ese bar, también pedimos un plato de haggis, neeps and tatties para compartir, un plato típico escocés que no pudimos acabarnos. Nuestra primera idea era ir a Arthur's Seat al salir de allí, pero viendo que amenazaba lluvia, nos decidimos por el museo de arte. Cuando salimos de allí ya estaba cayendo una buena, pero todavía era relativamente temprano, así que fuimos a visitar una iglesia y otro museo, que cerraba cuando llegamos. Seguía lloviendo, y nos decidimos por el shopping. Regalos para todo el mundo (o casi) y vuelta a casa. Cenamos con Allan y nos pusimos a jugar a las cartas hasta las mil (sin Christina, que estaba muy cansada y se había ido a acostar). Antes de ir a la habitación decidimos cómo dormiríamos, porque ahora teníamos una sola habitación para los cuatro. Las chicas en la cama y los chicos en el suelo fue una decisión fácil, pero al entrar en la habitación nos encontramos a Christina durmiendo en el suelo, así que hubo que cambiar de planes, y me tocó dormir con Allan en la cama (una cama muuuuy pequeña). Después de una muy mala noche, sin apenas moverme para no molestarle, di gracias al cielo cuando Allan me despertó para decirme que se iba a unas conferencias que tenía esa mañana. Aproveché para dormir a gusto, hasta que llegó la hora de levantarse. Queríamos ir a desayunar al sitio donde el día anterior comimos, pero llegamos demasiado tarde y sólo servían comidas, así que comimos. Y el sábado sí, viendo el cielo más o menos despejado, nos fuimos a Arthur's Seat, una colina (no llega ni a monte...) donde cuentan que el rey Arturo subía a pensar en sus batallas. En apenas media horita (quizás un poco más porque las chicas iban despacio...) llegamos a la cima, y las vistas eran espectaculares. El día acompañaba y verte rodeado por el Atlántico te hacía sentir con ganas de más. Así pues, bajamos y quisimos subir otra colina que está al lado, pero iba anocheciendo, y a mí se me acercaba la hora de ir a Misa, así que dejé a mis amigas en un bar y subí a la capilla del campus universitario, donde un coro de africanas ya estaba ensayando las canciones de la ceremonia. Agradecí poder entender el sermón y las plegarias y todo en general, después de no entender absolutamente nada en Polonia...
Después de eso fui a la residencia, donde ya me esperaba Allan, y en cuanto llegaron las chicas discutimos qué hacer. Salíamos desde Glasgow el domingo por la tarde, y ellas querían ir para allá por la mañana para visitar la ciudad. Yo prefería irme de fiesta con Allan, que hacía mucho tiempo que no lo hacía, así que quedamos en encontrarnos en el aeropuerto. No hay mucho más que contar. La fiesta estuvo bien (bastante mejor una fiesta de "master" que cualquiera de las "erasmus" que tenemos aquí. Más tranquila, menos locura, mejor inglés...). Volvimos a casa y esa noche las chicas estaban durmiendo en la cama, así que nos tumbamos los dos en el suelo, pero yo, intuyendo que pasaría lo de la noche anterior, cogí el saco y me fui a dormir a la cocina.
Y nada más. El domingo, después de varios problemas que no me apetece contar, llegué al aeropuerto y nos fuimos de vuelta a Wroclaw. Mañana me voy a Madrid, y creo que hasta dentro de bastante tiempo se acabaron mis viajes, porque se acabó mi dinero, también. Ahora, fotos:

A lo mejor no parece mucho, pero os aseguro que llena.
Lo que se ve al fondo es el
haggis, neeps and tatties.
No estaba muy bueno, la verdad...
Un auténtico escocés. Y no tocaba mal...
Y ahora algunas fotos de Arthur's Seat:






lunes, 17 de febrero de 2014

UK (parte 1): Londres y sus musicales

Antes de Navidad ya había reservado los billetes para irme a pasar una semana a Reino Unido. El plan inicial era sólo a Escocia a visitar a Allan, mi compañero de piso en Madrid durante año y medio, pero como los vuelos Wroclaw-London son muy baratos con Ryanair y yo nunca había estado por esas tierras me decidí a comprar el billete de ida a Londres. Mis compañeras de viaje, una italiana y una alemana.
Llegamos allí el lunes por la mañana, y ya vimos que nos adentrábamos a un país mucho más caro que Polonia: el bus del aeropuerto a Londres, 8£ (casi 10€). Cuando llegamos al hostal era demasiado temprano para hacer el check-in, así que decidimos ir al centro a dar una vuelta. Visitamos el British Museum (que no es nada más que un museo de arqueología que muy bien podría estar en cualquier otro lado. Si queréis mi sincera opinión, ese museo está muy sobrevalorado...), después de lo cual fuimos a comer una hamburguesa cerca, porque empezó a llover con ganas. Por la tarde, Camden Town. Para mí, el mejor barrio de Londres. Se trata de un barrio muy underground, lleno de gente rapeando por la calle que intentan venderte sus discos, locales de tattoo's, comida oriental a punta pala, y muchas tiendas originales, con souvenirs diferentes, en un enorme mercado callejero. Después de una cena frugal, volvimos al hostal para descansar, ya que el martes por la mañana había mucho que hacer.

Para empezar, teníamos que estar a las 10 en el Cambridge Theatre (sí, sé que no suena muy temprano, pero tenéis que contar con que tardábamos aproximadamente una hora en ir del hostal al centro de Londres...). El tema es que en ese teatro hacen Matilda the Musical, y cada día ponen a la venta 16 entradas a 5£ para gente de entre 16 y 25 años. Era la oportunidad perfecta para disfrutar de un musical en el West End (el Broadway europeo, para que nos entendamos...). Llegamos allí alrededor de las 10:30, y el muchacho de la taquilla me dijo que se habían agotado, que la gente que compraba esas entradas empezaba a hacer cola a las 7:30. "No pasa nada, el miércoles todavía estamos aquí, y no cometeré el mismo error dos veces", pensé. Salimos corriendo hacia la parada de Westminster, desde donde empezaba un tour gratuito a las 11. El guía esperaba bajo la lluvia, junto a una estatua de Churchill. El tour fue maravilloso, y poco a poco me iba enamorando más y más de esa ciudad. Hablando con el guía, descubrí que lo del turismo era algo que hacía simplemente por placer, que él en realidad era guionista de teatro. Ya tengo su tarjeta guardada, para lo que pueda ser... Después de comer con nuestro querido guía, seguimos visitando museos, tiendas y haciendo turismo en general. Todo muy bonito, pero lo mejor llegaría al día siguiente...

El miércoles me levanté a las 6. No quería que nadie me robara las entradas. Poco después de las 7 ya estaba en la puerta del teatro. Solo. Al otro lado de la pequeña plaza en la que me encontraba, vi a un señor que repartía algo, y en ese momento me di cuenta que no me había llevado ni un libro ni un periódico ni nada que hacer durante casi 3 horas. Me dirigí al señor y le pregunté si eso que daba era gratis. Me dijo que no, así que después de explicarle qué estaba haciendo allí a esas horas, volví a mi puesto. Iban pasando los minutos, y yo seguía más solo que la una. Descubrí que me llegaba el WiFi del bar de enfrente, cosa que me mantuvo entretenido durante un buen rato. A eso de las 8:30 llegaron un par de chicas que, después de verme esperando, decidieron sentarse en otra puerta. A las 9 llegó otra pareja, vio el panorama y se colocó detrás de las dos chicas. Me preocupé un poco. "¿Te imaginas que había que hacer la cola en la otra puerta?". Por el momento sólo había cuatro personas, así que seguí tranquilo. Pero en media hora eso se empezó a llenar (relativamente, entiéndase...). A eso de las 9:30 (hora a la que había quedado con mis dos amigas), debían haber unas 10 personas haciendo cola en una puerta, y yo solo en la otra. Me daba cosa preguntar, sobretodo porque en cuanto llegaran mis amigas también tendría que preguntar "¿os importa si estas dos chicas pasan las primeras conmigo?", así que me quedé en mi sitio callado. Al final llegaron mis amigas, hablaron con las primeras dos chicas de la otra puerta y todo arreglado. Fuimos los primeros. Ahora a esperar hasta las 19:30... Para hacer tiempo nos fuimos a visitar Greenwich, donde puedes estar con un pie en "oriente" y otro en "occidente". El tema del meridiano es una mera curiosidad, pero las vistas que hay desde allí son espectaculares. Como casi todo lo que he hecho en este viaje, no lo puedo explicar, hay que experimentarlo.
Por fin llegó la hora. Y no puedo decir lo feliz que me sentía en ese momento. Era todo tan mágico, espectacular, brillante... Imagino que todos conocéis la historia de Matilda, así que no hay mucho que contar. Sólo quiero que penséis en un montón de niños y niñas de entre 8 y 14 años cantando y bailando encima de un escenario, con un montón de personas mirándoles fijamente. ¡BRUTAL! No quería que se acabara nunca... La chica que hacía de Matilda ese día, Elise Blake, es la Matilda más joven con tan solo 9 años, y ya ha participado en grandes producciones como Les Misérables, The Sound of Music o The Wizard of Oz. Mantendré un ojo en esta muchachita. No es la canción que más me gusta del musical, pero al menos aquí estoy seguro que canta ella, así que os dejo este vídeo para que juzguéis vosotros mismos:



Y, después de esto, ya no se puede hacer nada más. Cualquier otro plan que hiciéramos en Londres, quedaría eclipsado por Matilda, así que el jueves nos fuimos. Blablacar hacia Edinburgh para visitar a Allan. Lo que empezó con un simple "voy a visitar esta ciudad porque nunca he estado allí", terminó en una de las mejores experiencias del año. No tengo ninguna duda: si se me presenta la posibilidad, me voy a vivir a Londres!
Para terminar, algunas fotos...

La piedra Rosetta, probablemente lo único que
merezca la pena de todo el British Museum
El grandísimo Freddie...
...y Les Misérables. Más que suficiente para mí.


De izquierda a derecha, Laura (italiana), Christina (alemana) y yo
Costó horas y horas, pero logré mis entradas!
Ni siquiera el clima, que es lo que peor llevo en Polonia, consiguió que
Londres me pareciera la mejor ciudad del mundo...
Esta es la vista desde el observatorio de Greenwich

domingo, 9 de febrero de 2014

Long live rock'n'roll!

La semana pasada tuve mi primera visita catalana desde que estoy en Wroclaw. Dos amigos de la escuela donde estudié música en Girona y, como no podía ser de otra manera, la visita estuvo repleta de rock'n'roll.
Mis amigos llegaron el miércoles, día en que tengo clase de polaco. Ese miércoles, sin embargo, era el último, así que la profesora había decidido que fuéramos por ahí a tomar una cerveza. Por supuesto, me llevé a mis amigos, y después de disfrutar de un par de cañas polacas, nos fuimos (ya sin la profesora) a Nietota, otro bar donde todos los miércoles hay jam session de funky. Con el paso de las cervezas nos íbamos animando, así que en uno de los intervalos le pregunté si podíamos subir a cantar: teclado, guitarra y voz; necesitábamos que ellos pusieran bajo y batería. Me dijo que no había problema y en un par de sets nos llamó al escenario. Subimos a cantar Sweet Home Chicago, de The Blues Brothers, y fue un exitazo. En primera fila, junto con mis compañeros del curso de polaco, había un señor mayor vestido con camisa negra, pantalón negro y gafas de sol (parecía un auténtico Blues Brother...) bailando para la alocada multitud. No nos atrevimos a seguir cantando, y bajamos a por más cerveza. La noche terminó con unas hamburguesas del McDonald's y algún que otro moratón...

El jueves nos levantamos pronto a pesar de todo, pero nos quedamos en la residencia recuperándonos hasta la hora de comer. Por la tarde, fuimos al Vinyl Cafe, que diría que es el único bar de toda la ciudad en el que no pido cerveza. Es un local muy pequeñito y acogedor y tiene la peculiaridad que tienes un tocadiscos y mogollón de vinilos. Después de pedir un tazón de té por 9zl (unos 2€), tocó el turno de la música: empezamos con Chick Corea, al que le siguieron The Blues Brothers, Queen y supongo que alguno más, mientras nosotros jugábamos a las cartas con 3 rumanos del curso de polaco, una italiana y una alemana. Cenamos en una pizzería, nos tomamos unos chupitos en uno de los locales más turbios de Wroclaw y terminamos la noche con una cerveza en Salvador, un bar que combina funky con música electrónica, pero cuyo mayor atractivo (además del medio litro de cerveza a 5zl que tienen los jueves...) es que, al igual que el artista que da nombre al bar, está decorado con bastante surrealismo: el techo, por poner un ejemplo, es un bar puesto al revés, con sus mesas, sus botellas, sus vasos, sus sillas...


Uno de los muchos momentos en los que animamos al personal
con nuestras canciones...
El viernes por la mañana también nos levantamos temprano... ¡porque un repartidor llamó al timbre de mi puerta para traerme el saxo que me mandaban mis padres! En ese momento no me ilusioné mucho, porque sólo quería volver a la cama, pero al poco rato ya nos levantamos los tres y empezamos a pensar más canciones para ampliar nuestro escueto repertorio. No pudimos evitar cogerle la guitarra a Tobias (mi compañero de piso alemán) y empezar a tocar un poco de rock'n'roll. Después de comer, nos fuimos a la habitación de la italiana a ayudarla a preparar tiramisú: mientras uno de los tres ayudaba, los otros dos animaban al personal cantando y tocando la guitarra. Los rumanos se pusieron a cocinar algo típico de su país... y así llegó la hora de cenar: Thomas, un francés de mi curso de polaco, había recibido quesos de su amada tierra hacía poco, y nos invitó a varios a hacer una cata en su piso para cenar (acompañada de vino de Bourdeaux). Los rumanos se bajaron su comida cuando ya no quedaba ni queso ni vino, pero las dos chicas también se trajeron un licor casero de sus tierras, así que la fiesta no se acabó. Al final, después de provocar que Freddie Mercury se revolviera en su tumba, nos fuimos a dormir, porque el sábado tenía que ser, sin lugar a dudas, el mejor día...

Y lo fue. Durante unos 10 días había estado hablando con la mejor banda de rock'n'roll que he visto en Wroclaw, para montar un concierto el viernes por la noche (en el que mis amigos y yo pudiéramos tocar alguna que otra canción), y por fin llegaba el día. Había sufrido para conseguir los 500zl que necesitaba para pagar a los músicos, pero al final todo salió bien. Así que después de ir al centro a comer comida típica polaca, nos fuimos a coger los bártulos y enfilamos hacia Katakumby, el bar donde sería el concierto. Los músicos ya estaban allí haciendo pruebas y me dieron la única mala noticia del día: ¡no habían conseguido teclado para mi amigo! Fue un palo duro, porque ya teníamos varias cosas en mente, pero había que aceptarlo. Probé el saxo, mi amigo probó la guitarra, aclaramos cuándo y qué subiríamos a tocar y poco a poco fue llegando la gente. La primeras canciones, más rockeras, eran para romper el hielo. La gente escuchaba fascinada desde sus asientos. Pronto empezaron con el rock'n'roll, y ya sólo los más sosos siguieron con el culo pegado a la silla. La mayoría nos pusimos a bailar sin podernos controlar. Tras el primer break nos llamaron para cantar, una vez más, Sweet Home Chicago. EXITAZO. Les dejé que siguieran a lo suyo, pero mi amigo iba alternándose con el guitarrista para tocar. La música seguía, y después de algún intervalo más, subí para el Rock Around the Clock. NUEVO EXITAZO. En esos momentos debía ser una de las personas más felices de Wroclaw. En cada intervalo procuraba hablar y hacer amistad con los músicos, por si acaso algún día necesitan un saxofonista para un bolo... Cuando el concierto ya estaba acabando, subí con mi amigo para intentar Crazy Little Thing Called Love, canción que el resto de músicos no se sabían. FRACASO TOTAL. Miré desesperado al cantante, que subió al escenario y convirtió ese desastre en un fabuloso rock'n'roll en D. Maravilloso.
Al terminar el concierto nos fuimos con Kuba, el cantante, a Kalambur, un bar bastante hippie del centro, donde se ve que por las noches ponen música balcánica. Muy turbio...

Para terminar bien la semana, el domingo, antes de que mis amigos se fueran, nos fuimos con Tobias al Bierhalle a tomar unas Weißbier artesanales. Me despedí de mis visitas en la parada del tranvía y, después de ir a Misa, me acosté para descansar de la mejor (y más agotadora) semana desde que estoy en Polonia...



(Esta versión es de hace varios años. Mis amigos son el guitarrista y el pianista. Los otros dos son músicos profesionales, y por eso la cara que ponen... Os puedo asegurar que cada vez que la tocamos sale un poquito mejor)

jueves, 6 de febrero de 2014

Semana de reflexión

Esta no está siendo mi mejor semana desde que estoy de Erasmus. Tampoco la peor, pero es una de esas malas, en las que tengo ganas de volver. Dejarlo todo atrás y empezar de cero una vez más. Recomenzar una y otra vez tiene sus ventajas: la gente no te conoce, todavía no te ha puesto ninguna etiqueta; los sueños parecen al alcance de tu mano, sólo requieren un pequeño empujón...
Pero también tiene su peligro: no creamos nada impresionante. Dejamos proyectos a medio hacer, cosas que podían haber llegado a ser grandiosas, pero que irremediablemente quedarán olvidadas en un cajón.
Hay que recomenzar cada vez que vemos que vamos mal, pero eso no significa empezar de cero. Siempre hay proyectos e ilusiones que te puedes llevar contigo, para no olvidar lo que nos dice este chavalín: "create something that will make the world AWESOME!"

Miradlo vosotros mismos, porque no tiene desperdicio:



(Por cierto, la semana pasada fue de las mejores que he vivido en Polonia. Espero contaros algo este fin de semana...)

domingo, 26 de enero de 2014

A Görlitz de madrugada

En el "piso" que hay justo al lado del mío (a ver si la semana que viene os cuento un poco cómo se organiza la residencia) viven un madrileño, un griego y un ruso con los que he hecho mucha amistad en estos meses que llevamos en Polonia. Por desgracia, los dos extranjeros sólo están aquí durante un cuatrimestre, lo que significa que pronto volverán a sus países... y quién sabe cuándo nos volveremos a ver. Había que pensar algún viaje que se pudiera organizar rápidamente y que estuviera al alcance de nuestro cada vez más limitado presupuesto. Después de hablarlo con Tobias (mi compañero de piso alemán del que también os hablaré pronto), nos decidimos por Görlitz, un pueblecito alemán en la frontera con Polonia, y de los pocos sitios que no fueron destruidos durante la guerra. Durante los preparativos se nos sumó Gaya, otra madrileña, de ascendencia india.

En el tren ya intuimos lo que nos esperaba, y Marcos
lo dejó plasmado en unos cristales congelados...

No teníamos mucho tiempo, así que salimos el sábado de madrugada: a las 5:15 en pie, coger un tranvía a las 5:45 y, después de unos ligeros contratiempos con los billetes, un tren a las 6:39. Creo que los 5 pasamos las 2 horas durmiendo, aunque luego nos levantamos helados, como los cristales del tren. Me parece increíble que en países así de frío no tengan una calefacción más potente en los trenes...
Llegamos a Zgorzelec a las 8:30, más o menos. Zgorzelec es el último pueblo de Polonia antes de entrar en Alemania, y está separado de Görlitz únicamente por un río. Salimos del tren, y lo primero que vimos fue que la estación no existe. Está hecha polvo. Curioso... Subimos las escaleras, y nos encontramos en una explanada de nieve, donde lo único que se reconoce es un McDonald's. Para terminar de arreglar estas horribles primeras impresiones de la ciudad, se nos acercan dos policías y, dirigiéndose a Gaya, dicen que son guardia fronteriza y le piden la identificación. Me parece extremadamente racista que vean un grupo de jóvenes y sólo pidan documentación a la chica de tez morena, así que pregunto: "Todos, ¿no?" Me mira y me contesta que por supuesto. Los 3 DNIs españoles nos los devuelven con extremada rapidez. El griego se lo miran un poco más. El ruso se lo llevan al coche. Y allí nos quedamos, y nos empezamos a dar cuenta del frío que hace. Debemos estar a -10ºC como mínimo... Después de varios minutos, los policías devuelven la documentación a Andrei y se van. Sin más. Sin un "lo sentimos, disculpad las molestias" o algo por el estilo. En fin, la autoridad...
Empezamos a caminar. Nos damos cuenta de que no sabemos en qué dirección queda Alemania y decidimos preguntar. Sin demasiados problemas (aparte del frío...) llegamos al río, donde nos sacamos algunas fotos y cruzamos el puente. Ya estamos en Alemania. Lo primero que visitamos es una gran iglesia (a la que llamamos "catedral" todo el rato, pero dudo que lo sea...). Preciosa por fuera, pero cerrada. Seguimos caminando sin saber dónde íbamos, y acabamos en un cementerio. Dimos media vuelta y seguimos vagando por una ciudad que parecía desierta. Llegamos al centro histórico, que parece un poco más animado y entramos en una cafetería a calentarnos un poco (no sé si ya lo he comentado, pero hacía mucho frío). Pedimos varios tés, Andrei pidió un chocolate caliente y Gaya compró un par de panecillos, con los que se preparó dos bocatas de tortilla, que llevaba preparada de casa. Ahí empezaron los problemas. Se acerca la mujer y nos dice que no podemos comer eso allí. Le explicamos que fuera hace muchísimo frío, y que solamente lo está preparando para comerlo más tarde. Acepta a regañadientes. Vuelve al cabo de un rato con los tés y ve a Gaya peleándose con la tortilla. Le vuelve a repetir que no puede y le volvemos a pedir misericordia. No queremos comerlo ahora, sólo prepararlo, porque fuera hace DEMASIADO FRÍO. Cuando va a marcharse ve que Marcos tiene un zumo debajo de la mesa. Le dice que tampoco puede beber ese zumo dentro de su establecimiento. Si no fuera PORQUE HACÍA MUCHO FRÍO, en ese mismo momento me hubiera ido de aquel sitio, pero sonreí, Marcos le dijo que sólo quería que se descongelara (es verdad que el zumo estaba congelado, pero también había estado bebiendo...), y la muchacha volvió a dejarnos tranquilos. Cuando se volvió a acercar con la cuenta le pregunté qué podíamos visitar en ese pueblo, y me miró con cara de "¿me estás tomando el pelo? Aquí no hay nada que visitar...". Dijo que teníamos un museo y una iglesia cerca que podíamos ver. Antes de irnos Gaya pidió una bolsa de plástico y la mujer le dijo que tenía que comprar algo para poder llevársela, a lo que Gaya contestó que había comprado los panecillos. Parece que eso ya no cuenta. Si no has pedido la bolsa en su momento, te quedas sin ella. Si alguna vez vuelvo a Görlitz sé dónde NO iré a tomar un té...

Salimos de allí, visitamos un par de cosas más, hicimos el tonto en la nieve, pasamos por el McDonald's a comer, y cogimos el tren de las 13:35 de vuelta. Tras media hora algo pasó con el tren, pero nos hicieron bajar, esperar 15 minutos en una estación donde también hacía mucho frío y coger otro tren, con el que llegamos a Wroclaw antes de las 16, cuando había gente de la residencia que todavía dormía. Mañana bien aprovechada, pero creo que no voy a hacer más viajes (a parte de UK, que ya tengo los billetes...) hasta que mejore el tiempo. El frío es más fuerte que yo, y no disfruto todo lo que podría.

Algunas fotos para acabar...

Primeras vistas al llegar a Görlitz. Pues vaya...
Problemas con la policía nada más llegar



No se aprecia muy bien, pero el río está congelado...

La expedición al completo, haciendo el tonto en la nieve...
De izquierda a derecha: Vasilhs, yo, Marcos, Andrei.
Se les echará de menos...

martes, 21 de enero de 2014

Hay que cambiar


(Dadle al play y escuchad este temazo mientras leéis. De nada.)

Llevo varios días intentando escribir esta entrada, pero no lo consigo. Tengo un montón de cosas en la cabeza que necesito soltar, pero cuando las veo escritas, no me convencen. Borro y lo intento otra vez. Y otra vez. Y otra. Nada.
La cosa viene a ser que hay que cambiar. Mucho. Estas Navidades han pasado varias cosas que me han hecho ver el Erasmus de una forma muy diferente. Si digo la verdad, estoy un poco decepcionado con todo esto, me parece muy falso. Vamos como borregos de una fiesta a otra, y cuando alguien propone un plan distinto, no se le escucha. Pues se acabó. Voy a hacer mi Erasmus, a mi manera, como Frank Sinatra. Tengo un hermano haciendo su proyecto de fin de carrera en Japón, y después de escuchar todas las cosas que hace, las mil actividades que ha encontrado para no estar perdiendo el tiempo, no puedo evitar sentirme culpable.

De ahora en adelante, procuraré tener un horario (y cumplirlo). Empezar por poner una alarma por las mañanas, para no pasarme el día en la cama, puede ser una buena idea. Hacer algo de ejercicio no vendrá mal: salir a correr dos o tres veces por semana, hacer los ejercicios que Inma me pasó con tan buena intención y a los que no he hecho ni caso. Y ponerme con lo que me gusta, la música. Terminar de grabarme alguna canción, para ver cómo sale y poder pedir opinión a gente más experimentada. Seguir componiendo y pensar en letras para mis canciones, que es lo que más me cuesta. Aprender cosas nuevas con la guitarra. Y ya, si mis padres me mandaran el saxo, sería el erasmus más feliz de Wroclaw, por poder recuperar algo que he dejado tan aparcado en los últimos años...
De momento, empezaré por aquí. Veremos en qué acaba todo esto...

(Nota aclaratoria: por supuesto, seguiré descubriendo nuevos bares en los que escuchar música en directo y tomar una buena cerveza, pero las fiestas erasmus van a verse muy reducidas. No creo que nadie me eche de menos allí...).

jueves, 16 de enero de 2014

Go, tell it on the mountains...

No me gusta la nieve. No me gusta el frío. Empecemos por aquí. Sin embargo, estoy en Polonia, y un día u otro habrá que enfrentarse a todo eso. Así que, ya puestos, decidí irme a la montaña. Aquí he hecho una amiga italiana que va casi todos los fines de semana, y habitualmente me invita. Cuando me enseñó las fotos de dónde quería hacer su próxima salida fui incapaz de negarme: un lago con unas vistas preciosas, montañas que subir por todos lados... (¡aunque tengo que reconocer que el hecho de que hubiera pocas fotos con nieve me hacía temer lo peor!).

El sábado alrededor de las 22:30, cuando la gente se preparaba para salir a celebrar el cumpleaños de una compañera Erasmus, Laura y yo nos dirigimos a la estación de autobuses. Allí esperamos un rato acompañados de varios mendigos, hasta que llegó nuestro bus. Del viaje no os contaré nada, porque como os podéis imaginar lo pasé durmiendo.
Llegamos a Zakopane (un pueblecito al sur de Krakow, en la frontera con Slovakia) poco antes de las 6 de la mañana. Hacía frío. Mucho. El lago al que íbamos estaba a 25 km del pueblo y no habíamos mirado cómo ir. Preguntamos. Casi nadie habla inglés, pero por suerte todo el mundo conoce el nombre del lago. Nos indican la parada de un mini-bus, desde el cual sale un primer coche a las 8. Nos damos una vuelta por el pueblo para hacer tiempo, pero es demasiado temprano para encontrar un bar abierto y hace demasiado frío para pasear sin más. Volvemos a la estación, donde están abriendo la cafetería. Mientras Laura desayuna yo aprovecho para dar una cabezadita... y llega la hora.
Subimos al mini-bus. Otra cabezadita. El bus nos deja a 9 km del lago, donde un hombre nos pide 2zl (0,50€) por seguir con la excursión. Pagamos y empezamos. Nos ponemos a andar sobre la nieve. Y bajo la nieve. Nos ponemos a andar entre la nieve, en realidad... El paisaje es espectacular, pero el frío no me deja disfrutarlo. Poco a poco, con el andar se me fue quitando el frío del cuerpo y pude pararme a sacar fotos y a disfrutar de lo que estaba viviendo. Maravilloso.

Justo antes de empezar a andar. Apenas nevaba...
Después de unas 2 horas y media andando llegamos a Morskie Oko, el lago más famoso de esa zona. Era espectacular, aunque en mi opinión, no tanto como cuando no hay nieve, así que me prometí a mí mismo que en mayo volveré. Entramos al bar, donde pude tomarme una merecidísima cerveza (caliente...) y comprar una postal para mi madre. Hablamos de qué hacer. Había varios recorridos preparados: alrededor del lago, por las múltiples montañas... pero decidimos bajar. La verdad es que cada vez nevaba con más fuerza, y esto de meterse en montañas desconocidas no me acababa de convencer con ese tiempo. Así pues, cuando hubimos descansado volvimos a hacer un par de horas de bajada hasta la "parada" del mini-bus. A esas horas ya empezaba a verse más gente subiendo y bajando (en la subida habíamos ido prácticamente solos...).

Existía la opción de subir/bajar en trineo, pero creo que mi madre
me deshereda si hago eso...
Al llegar otra vez al pueblo comimos los bocadillos que llevábamos y nos fuimos a la calle principal de Zakopane, ahora mucho más animada. Después de pasear un rato por allí nos separamos porque yo quería ir a Misa, y una vez terminada ésta, la ruta de los bares: primero uno en el que tenían puesta la banda sonora de Mamma Mia!, después a otro en el que nos hizo gracia ver que había un grupito tocando (2 violines, un contrabajo y un acordeón, que luego descubrimos que estaban en casi todos los bares...), y donde estuvimos un minuto, hasta que nos informaron de que al lado teníamos otro bar donde se nos ofrecía cerveza 100% artesanal. Allí nos fuimos, y pedí el pack completo (no te dejaban pedir solo una...): cerveza normal, cerveza de trigo, cerveza de miel y cerveza de "marzo" (todavía no he descubierto que tiene de especial esa cerveza, pero así es como se llama...). Me tomé una y guardé las demás para compartirlas con Tobias, mi compañero de piso alemán del que os hablaré en otra ocasión.

Un ejemplo del grupo musical que podías encontrar en prácticamente
todos los bares de Zakopane...
Y después de muchas horas en el bus, llegamos a la residencia el lunes a las 3 de la madrugada. Fin. Os dejo algunas fotos sueltas de lo que iba viendo mientras subía...





Este es el lago. Si lo buscáis en Google, veréis que sin nieve es brutal.