miércoles, 14 de mayo de 2014

Acabo de alucinar

Perdonadme una breve interrupción en la línea temporal que está prevista seguir en este blog para contar lo que acabo de vivir. En un par de días sigo con mis aventuras de después de Semana Santa en orden cronológico.

Hace un rato he abandonado un conciertazo como pocos, y en uno de los sitios donde menos lo esperaba: en la iglesia. Como otros días, he ido a Misa a las 19 a la parroquia donde van la mayoría de estudiantes de la zona, una parroquia pequeña y acogedora, repleta de juventud y alegría. Al llegar ya he visto que en la parte trasera (es decir, la más lejana al altar) había montado un tinglado, con batería, amplificadores y mesa de mezclas bastante importante. En ninguno momento se me ocurrió que al acabar la Misa, a eso de las 20, unos músicos profesionales nos brindarían un concierto de jazz de lo más espectacular. La banda (chicos jóvenes que se dedican a esto, pero muchos de los cuales no han tocado juntos más que ayer en el ensayo...) me recordaba, salvando mucho las distancias, a Pink Martini: bajo, batería, guitarra, teclado, trompeta y dos cantantes, cada cual mejor que el anterior.
La cosa ha empezado de la siguiente manera: el sacerdote, antes de salir hacia la sacristía, ha colocado la custodia encima del altar, la gente se ha puesto de rodillas y los músicos han empezado a tocar un tema tranquilito. Por las pocas palabras que sé de polaco (la mayoría de las cuales corresponden al vocabulario eclesiástico) y por la situación en la que nos encontrábamos, he supuesto que la letra era dedicada a Dios. Al acabar la primera canción, ha habido una pequeña oración y la mayoría de la gente se ha puesto en pie y se ha dirigido al pasillo central, donde han disfrutado de la segunda canción moviendo el cuerpo al ritmo de la música, mientras seguían con la vista fija al altar. La tercera canción ya ha sido bastante más animada, y la gente ha empezado a dar palmas y a levantar las manos en un acto de adoración. Entre canción y canción había cortas oraciones (sin que la música dejara de acompañar, aunque a un nivel más bajo), e iban alternando un par de canciones tranquilas con un par de animadas.
Poco a poco la gente se iba soltando, y empezaban a dar saltos, a dar palmas más fuertes, a cantar cuando conocían la letra... Realmente me sentía en un concierto, con la única diferencia de que nadie estaba prestando atención a los músicos! Todo el mundo (incluso los propios músicos quienes, repito, eran muy buenos) tenía claro quién era el protagonista: Jesús. La banda la teníamos detrás, y nadie se giraba a verles tocar. Todos teníamos la vista fija al pequeño trozo de pan que descansaba encima del altar.

Después de una hora así, sin que la gente se sentara, el concierto ha acabado con un rock'n'roll que ha acabado de volver loco al personal. El bajista, que parecía un poco el que lideraba a los músicos, ha dicho unas palabras, hemos aplaudido... y la mayoría de personas nos hemos puesto de rodillas, para seguir rezando. Llevábamos algo más de dos horas en esa iglesia, pero no importaba. Había alguien mucho más importante.

Después de esta maravilla, sólo puedo sentir lástima por la mayoría de parroquias de mi tierra, donde los cantantes suelen estar más cerca de los 100 años que de los 30. Y, con todos mis respetos a toda esa gente mayor tan devota, para los jóvenes se hace difícil vivirlo igual. Necesitamos una renovación ya...

3 comentarios:

Ferran dijo...

Luther II! Schism! Heresy! Nico for Pope!

mòmo dijo...

Nico, lidera el cambio, pues.

ERT dijo...

Cert. Cal una renovació. Jo em proposo començar ara mateix, aquí mateix... per mi mateix. Potser així "arrastro" algun amic (o algun germà ;-).
PS: Has llegit la Evangelii Gaudium?