domingo, 9 de febrero de 2014

Long live rock'n'roll!

La semana pasada tuve mi primera visita catalana desde que estoy en Wroclaw. Dos amigos de la escuela donde estudié música en Girona y, como no podía ser de otra manera, la visita estuvo repleta de rock'n'roll.
Mis amigos llegaron el miércoles, día en que tengo clase de polaco. Ese miércoles, sin embargo, era el último, así que la profesora había decidido que fuéramos por ahí a tomar una cerveza. Por supuesto, me llevé a mis amigos, y después de disfrutar de un par de cañas polacas, nos fuimos (ya sin la profesora) a Nietota, otro bar donde todos los miércoles hay jam session de funky. Con el paso de las cervezas nos íbamos animando, así que en uno de los intervalos le pregunté si podíamos subir a cantar: teclado, guitarra y voz; necesitábamos que ellos pusieran bajo y batería. Me dijo que no había problema y en un par de sets nos llamó al escenario. Subimos a cantar Sweet Home Chicago, de The Blues Brothers, y fue un exitazo. En primera fila, junto con mis compañeros del curso de polaco, había un señor mayor vestido con camisa negra, pantalón negro y gafas de sol (parecía un auténtico Blues Brother...) bailando para la alocada multitud. No nos atrevimos a seguir cantando, y bajamos a por más cerveza. La noche terminó con unas hamburguesas del McDonald's y algún que otro moratón...

El jueves nos levantamos pronto a pesar de todo, pero nos quedamos en la residencia recuperándonos hasta la hora de comer. Por la tarde, fuimos al Vinyl Cafe, que diría que es el único bar de toda la ciudad en el que no pido cerveza. Es un local muy pequeñito y acogedor y tiene la peculiaridad que tienes un tocadiscos y mogollón de vinilos. Después de pedir un tazón de té por 9zl (unos 2€), tocó el turno de la música: empezamos con Chick Corea, al que le siguieron The Blues Brothers, Queen y supongo que alguno más, mientras nosotros jugábamos a las cartas con 3 rumanos del curso de polaco, una italiana y una alemana. Cenamos en una pizzería, nos tomamos unos chupitos en uno de los locales más turbios de Wroclaw y terminamos la noche con una cerveza en Salvador, un bar que combina funky con música electrónica, pero cuyo mayor atractivo (además del medio litro de cerveza a 5zl que tienen los jueves...) es que, al igual que el artista que da nombre al bar, está decorado con bastante surrealismo: el techo, por poner un ejemplo, es un bar puesto al revés, con sus mesas, sus botellas, sus vasos, sus sillas...


Uno de los muchos momentos en los que animamos al personal
con nuestras canciones...
El viernes por la mañana también nos levantamos temprano... ¡porque un repartidor llamó al timbre de mi puerta para traerme el saxo que me mandaban mis padres! En ese momento no me ilusioné mucho, porque sólo quería volver a la cama, pero al poco rato ya nos levantamos los tres y empezamos a pensar más canciones para ampliar nuestro escueto repertorio. No pudimos evitar cogerle la guitarra a Tobias (mi compañero de piso alemán) y empezar a tocar un poco de rock'n'roll. Después de comer, nos fuimos a la habitación de la italiana a ayudarla a preparar tiramisú: mientras uno de los tres ayudaba, los otros dos animaban al personal cantando y tocando la guitarra. Los rumanos se pusieron a cocinar algo típico de su país... y así llegó la hora de cenar: Thomas, un francés de mi curso de polaco, había recibido quesos de su amada tierra hacía poco, y nos invitó a varios a hacer una cata en su piso para cenar (acompañada de vino de Bourdeaux). Los rumanos se bajaron su comida cuando ya no quedaba ni queso ni vino, pero las dos chicas también se trajeron un licor casero de sus tierras, así que la fiesta no se acabó. Al final, después de provocar que Freddie Mercury se revolviera en su tumba, nos fuimos a dormir, porque el sábado tenía que ser, sin lugar a dudas, el mejor día...

Y lo fue. Durante unos 10 días había estado hablando con la mejor banda de rock'n'roll que he visto en Wroclaw, para montar un concierto el viernes por la noche (en el que mis amigos y yo pudiéramos tocar alguna que otra canción), y por fin llegaba el día. Había sufrido para conseguir los 500zl que necesitaba para pagar a los músicos, pero al final todo salió bien. Así que después de ir al centro a comer comida típica polaca, nos fuimos a coger los bártulos y enfilamos hacia Katakumby, el bar donde sería el concierto. Los músicos ya estaban allí haciendo pruebas y me dieron la única mala noticia del día: ¡no habían conseguido teclado para mi amigo! Fue un palo duro, porque ya teníamos varias cosas en mente, pero había que aceptarlo. Probé el saxo, mi amigo probó la guitarra, aclaramos cuándo y qué subiríamos a tocar y poco a poco fue llegando la gente. La primeras canciones, más rockeras, eran para romper el hielo. La gente escuchaba fascinada desde sus asientos. Pronto empezaron con el rock'n'roll, y ya sólo los más sosos siguieron con el culo pegado a la silla. La mayoría nos pusimos a bailar sin podernos controlar. Tras el primer break nos llamaron para cantar, una vez más, Sweet Home Chicago. EXITAZO. Les dejé que siguieran a lo suyo, pero mi amigo iba alternándose con el guitarrista para tocar. La música seguía, y después de algún intervalo más, subí para el Rock Around the Clock. NUEVO EXITAZO. En esos momentos debía ser una de las personas más felices de Wroclaw. En cada intervalo procuraba hablar y hacer amistad con los músicos, por si acaso algún día necesitan un saxofonista para un bolo... Cuando el concierto ya estaba acabando, subí con mi amigo para intentar Crazy Little Thing Called Love, canción que el resto de músicos no se sabían. FRACASO TOTAL. Miré desesperado al cantante, que subió al escenario y convirtió ese desastre en un fabuloso rock'n'roll en D. Maravilloso.
Al terminar el concierto nos fuimos con Kuba, el cantante, a Kalambur, un bar bastante hippie del centro, donde se ve que por las noches ponen música balcánica. Muy turbio...

Para terminar bien la semana, el domingo, antes de que mis amigos se fueran, nos fuimos con Tobias al Bierhalle a tomar unas Weißbier artesanales. Me despedí de mis visitas en la parada del tranvía y, después de ir a Misa, me acosté para descansar de la mejor (y más agotadora) semana desde que estoy en Polonia...



(Esta versión es de hace varios años. Mis amigos son el guitarrista y el pianista. Los otros dos son músicos profesionales, y por eso la cara que ponen... Os puedo asegurar que cada vez que la tocamos sale un poquito mejor)

3 comentarios:

Ferran dijo...

Ei, ei, ei! Quina alegria, tot el que expliques!

1) Què vol dir això de tornar a casa amb algun "moratón"? Segur que anaves una mica tort i vares relliscar...

2) La foto és molt reveladora: "la guitaaa... rra cantaora..." M'equivoco?

3) Estic en procés de descobrir la música balcànica. Tinc la impressió que és als països dels Balcans el que la música de banda o, millor, de xaranga és a Espanya. Plena de ritme, reivindicació i trompeta, vaja! Et va agradar?

Blanca dijo...

M'encanta!!!!! quina enveja que feu, hagués estat genial ser'hi! aquí el panorama musical es...direm reduït

Nico dijo...

Ferran:
1) No vas del tot desencaminat, però no era jo el que anava tan torrat...
2) T'equivoques. La foto és "postureo" total. No estàvem cantant res en aquell moment.
3) A mí la música balcànica que ens van posar no em va agradar gens...
Ja veus que no n'has encertat ni una!

Blanca, els Paus s'han plantejat tornar a venir durant el segon quatrimestre. Potser pots venir amb ells... O muntar una visita pel teu compte... Convidada ho estàs!