Aunque sé que todos estáis esperando que os cuente las conclusiones que he sacado de la encuesta, no lo voy a hacer todavía.
Esta entrada nº 100 no la voy a dedicar a mi constante labor escribiendo, que me ha llevado a alcanzar la increíble gesta de los 3 dígitos. No, tampoco hay para tanto. Se la dedico a mi hermano.
Marc nació hace ya varios años, y aunque no lo puedo decir con certeza, porque yo tofavía no estaba allí, diría que ya de pequeñito le pegaba pataditas a un balón de cuero con su pierna izquierda. Empezó jugando en el equipo de su colegio, pero pronto se fijaron en el en equipos mejores, y se fue al Bons Aires (equipo que más tarde se fusionaría con el Girona). Allí jugó contra Iniesta y, durante la primera vuelta de la liga disfrutó metiendo goles, entrando como extremo izquierdo, y al pasar las navidades era el máximo goleador del equipo. Sin embargo, en la segunda vuelta empezó a jugar menos, porque aunque jugaba muy bien, no hacía lo que el entrenador quería: defender. Su entrenador quería empatar todos los partidos 0-0, y esto es algo que los amantes del fútbol no pueden entender.
Un poco desilusionado se fue del equipo y al cabo de un tiempo que no soy capaz de determinar, le fichó el Mataró, uno de los grandes equipos de la zona de Barcelona. Creo que Marc tendría unos 14 años, más o menos, y a esa edad hay otras cosas aparte del fútbol (en realidad, a cualquier edad hay algo más que balones), así que una semana de invierno Marc se fue a esquiar con la familia, con lo que no pudo asistir a uno de los entrenamientos de esa semana. Él creía que no iría convocado, pero contra todo pronóstico, le convocaron.
El domingo fue al partido y, nada más entrar al vestuario, su entrenador le dice que no hacía falta que trajera la bolsa, que sólo le convocaba porque tenía que hacer piña con el equipo. Esta vez la desilusión no se la llevó sólo mi hermano, sino también mi padre, que le dejó muy claro al míster que a esa edad no hay que ser tan profesionales, y que los chavales de 14 años tienen otras cosas que hacer aparte de ver como otros chicos le dan patadas al balón.
Creo que la afición de mi hermano por el fútbol duró poco más. Como mi madre era atleta, se animó a participar en algunas competiciones y, al ver que no se le daba mal, decidió seguir con eso.
Ayer fue la maratón de Barcelona, y Marc quedó octavo, por detrás de 5 keniatas, 1 andorrano y 1 brasileño, es decir, primer español. A las 22 pasaron un programa sobre la maratón en Teledeporte, en el que Marc comentaba (haría como Kiko Narváez, pero en atletismo, digamos), y me puse a verlo en Moncloa. La gente que pasaba por ahí me preguntaba por qué estaba viendo esas "tonterías". Reconozco que el atletismo no me importa mucho, pero hay que ser un poco universal, y tener un poco de consideración por otros deportes, aparte del fútbol...
En fin, muchas felicidades, Marc. Si os interesa más cómo se desarrolló la maratón, os podéis meter en su blog, donde seguro que colgará más detalles de la maratón y menos de su vida.
2 comentarios:
Nosotros también lo vimos. Y, de puro orgullo, no cabíamos en el salón.
Yo también lo vi. Y me reí mucho porque me pareció que a Marc le habían dado un guión a seguir, por miedo a que se extendiera demasiado, supongo. Moltes felicitats, campió!
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