viernes, 21 de octubre de 2011

También tiene inconvenientes

Ayer, después de cenar, puse una lavadora. Lo hice como las otras veces, no hice nada raro. Después, activé mi rutina pre-sueño: ver un capítulo de alguna serie policíaca (ayer tocaba El mentalista); terminar con un capitulillo de The Big Bang Theory para acostarme con una sonrisa, y lavarme los dientes.

Pero cuando iba a hacer esto último, a eso de las 12 de la noche, uno de mis compañeros me dice que vaya a la cocina. Ha habido problemas con la lavadora. Voy, y me encuentro al otro compañero metido en un charco y con la fregona en la mano.

La cocina está empantanada, así que los tres nos descalzamos, nos arremangamos los pantalones y a sacar agua: uno con la fregona, y los otros 2 con toallas. Cuando parece que ya estamos acabando, lo hace otra vez. Algo no va bien en esta lavadora, porque empieza a echar agua a montones. Pero es la última vez, y a las 00:30 la cocina está reluciente.

Estas cosas no pasaban en Moncloa o, si pasaban, no tenía que encargarme yo de solucionarlas, pero no me arrepiento. Fue una experiencia divertida, y el lunes vienen a arreglar la lavadora, así que tampoco es para tanto...



(No es exactamente la misma situación, pero sirve)

2 comentarios:

alvallega dijo...

"con la fragona"

Aaaaaaay, priiiiiimo! xDDD

ERT dijo...

Quizás en Moncloa no, pero en Jerusalén nos pasó, y ahí nos tienes a todos, desde el vicario (para el que sepa lo que es) hasta el último pollo, achicando agua... Y era, creo las 5 o las 6 de la madrugada.