miércoles, 22 de septiembre de 2010
Para pensarlo
En una parada de metro, cuyo nombre no viene al caso, sube un hombre de unos 30 años, quizás alguno menos. En la mano derecha lleva un cartel en el que anuncia que sufrió un accidente de coche 2 años atrás y pide algo de ayuda para comer. En la otra mano no lleva nada; no tiene brazo izquierdo. Camina con dificultad, ya que tiene el pie izquierdo totalmente torcido, en ángulo de 90º con el otro pie. Se apoya en una barra en mitad del metro, mientras va observando a todos y cada uno de los pasajeros:
Un señor vestido con un traje excesivamente pulcro, que había cerrado el periódico un minuto antes, lo vuelve a abrir por una página aleatórea; un joven sube el volumen de su MP4, para no oir el ruido de las pocas monedas que una señora de edad avanzada le ha dado al mendigo, quien ha tenido que sostener su cartel con los labios para poder cojer la limosna; una parja profundamente enamorada dejan de besarse y comentan algo en vos muy baja.
Al llegar a la siguiente estación el pobre hombre se baja; el señor bien habillado vuelve a dejar el periódico; el joven saca su iPhone y llama a un amigo, con quien habla a gritos de temas intrascendentes; la pareja vuelve a demostrarse su amor; la anciana señora, después de dudarlo, se baja detrás del accidentado. Saca un pequeño bocadillo de su minúsculo bolso, lo abre y se lo ofrece al mendigo, quien responde con un "que Dios te bendiga" muy sincero.
Llega un nuevo metro. La bondadosa señora se sube para seguir su viaje. Cuando se cierran las puertas se da media vuelta para despedirse con una sonrisa de aquel pobre desgraciado, pero ya no está.
Sólo queda un pequeño bocadillo tirado por el suelo.
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3 comentarios:
Quina anècdota més rara: el pobre no vol ni menjar.
És veritat, això?
No del tot, Enric.
És una mescla de coses que han passat i coses inventades, però que podrien haver passat.
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