Como ya sabréis, soy entrenador y jugador en el club Altamira. Allí me dieron, nada más llegar, una camiseta para los entrenamientos. Dicha camiseta no tiene nada de especial: típica camiseta de deporte de manga corta, blanca, con "altamira" delante y un potro detrás, ambos en azul oscuro. Vamos, que no tiene ningún atractivo particular para un ladrón de camisetas, pero a mí me era necesaria para los entrenamientos. Bien. Hasta aquí la introducción.
Un viernes de principios de temporada (mediados de octubre) metí mi bolsa de deporte en un coche (dentro había la camiseta, unas medias y un pantalón), la bolsa de las botas, y me subí junto con otras 4 personas. Nos fueron dejando a cada uno a su casa hasta que llegué a mi humilde morada (siempre soy el último, porque vivo en el Quinto Pino). Al abrir el maletero sólo vi la bolsa de las botas, pero la otra no estaba. Después de hablar con los otros inquilinos del coche llegué a la conclusión de que el coche debía tener un agujero, porque nadie sabía nada. Allí empezó el misterio de la camiseta de Altamira.
Evidentemente, como no podía ir a entrenar sin la camiseta, pedí otra. Me la dieron y, la primera vez que le eché a lavar fue también la última que la vi. Ya no volvió. Colgué carteles por el colegio mayor recordando a la gente que soy el único que tiene relación con Altamira, así que si alguien encontraba casualmente entre sus pertenencias una camiseta de deporte blanca de Altamira agradecería que me la devolviese. No hubo reacción alguna. Decidí no pedir más camisetas, porque empezaba a hacer frío e iba a entrenar con el jersey de Altamira.
Ayer, casi 2 meses después de la misteriosa desaparición, encontré bien dobladita encima de mi cama la camiseta de deporte blanca de Altamira. ¿Dónde había estado todo ese tiempo? Aquí entra en escena otro curioso personaje: el gnomo del padre de Amelie.
No sé si habréis visto la peli de Amelie, pero si no es así yo os contaré el símil del gnomo:
El padre de Amelie tenía un gnomo de jardín, al que apreciaba mucho. Un día, por un motivo que ya no recuerdo, Amelie usa ese gnomo para un fin que no es el de decorar un jardín y lo rompe. De repente, el padre de Amelie empieza a recibir fotos que le manda el gnomo desde diferentes ciudades de todo el mundo. El pobre hombre, que no entiende nada, es tranquilizado por Amelie, que le sugiere la posibilidad de que el gnomo estuviera un poco aburrido y quisiera ver mundo.
Llega un día en el que el gnomo ya está arreglado (imagino que todos ya habíais intuido que la muchacha lo había mandado arreglar) y, sin que su padre se dé cuenta, Amelie lo coloca nuevamente en su sitio, y el hombre vuelve a ser feliz, sin entender lo que ha pasado.
Mi camiseta no me ha mandado fotos, pero tengo la vaga impresión de que se ha recorrido medio mundo...
Por fin ha vuelto.
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